Antonio Montilla no le teme a los fantasmas. “Me fascinan las cosas extrañas”, admite el arquitecto y diseñador de muebles nacido en España y afincado en Londres, que mostró su lado espeluznante el año pasado mientras buscaba una vivienda temporal en Marbella, España. «El agente inmobiliario la llamó la 'casa de los horrores'», dice sobre su residencia actual. «Parecía que nadie pasaría más de cinco minutos dentro». Claramente pretendía ser una excepción. La búsqueda, que duró más de cinco minutos, dio sus frutos porque le dio tiempo para darse cuenta de que la propiedad de 860 pies cuadrados era realmente hermosa. Estaba ubicado en un encantador complejo que data de los años 80 y estaba rodeado de exuberante vegetación y enormes lagos.
Pero lo que no era tan fantástico era el interior, que, según recordaba, era oscuro, húmedo e infestado de mosquitos gigantes. «Pero me enamoré del hermoso paisaje y del peculiar diseño, y supe de inmediato que podía hacer algo especial con él», recuerda el diseñador, que se mudó a Londres en la década de 2000 y trabajó como vendedor de helados, un asistente en Hugo Boss, y como arquitecto y diseñador en grupo IDL—en ese orden—antes de iniciar su propia empresa de muebles y decoración, montellaComo explica Antonio, el traslado a Londres fue digno de su carrera, pero satisfizo más su mente que su corazón y, con el tiempo, sintió el deseo de volver a sus raíces, aunque solo fuera por unos meses cada año. “Sentí que necesitaba un lugar [back home] “Donde puedo dejar atrás una parte de mí con seguridad”, dice. Y esta casa resultó ser ese lugar.