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Madrid, 17 febrero (EFE) – El opositor Partido Popular Español, que lleva 15 años en el poder en la región noroccidental de Galicia, afrontará un difícil reto para conseguir otro mandato en las elecciones regionales del domingo.
Se espera que el partido conservador, liderado por el ex presidente gallego y actual líder del Partido Popular, Alberto Núñez Viejo, gane por estrecho margen al izquierdista Bloque Nacionalista Gallego (BNG), que ocupa el segundo lugar, y al Partido Socialista de los Trabajadores, que ocupa el tercer lugar. (PSOE).
La elección es vista como una medida de la aprobación por parte del país de una ley de amnistía para los separatistas catalanes aprobada por el gobierno del PSOE, así como de Figo y su legado en la región después de tres mandatos.
Una victoria del PP significaría su respaldo al líder del partido, mientras que una derrota podría exacerbar la tensión interna y proporcionar al SWP una carta de triunfo para vencer a los conservadores a nivel nacional.
Alrededor de 2,7 millones de votantes -incluidos más de 475.000 que residen en el extranjero, muchos de ellos en América Latina- elegirán miembros del parlamento, quienes a su vez nombrarán a un presidente en el bastión tradicionalmente conservador.
El PP gobierna desde 2009, cuando Figo obtuvo la mayoría absoluta, como ya hizo en 2012, 2016 y 2020.
El actual candidato del PP, Alfonso Rueda, que sustituyó a Figo en 2022 cuando asumió la presidencia del partido, tiene la tarea de reafirmar esa mayoría, 38 escaños de 75, pero muchas encuestas predicen sólo una estrecha victoria sobre los demás candidatos principales. José Ramón Gómez Bisterio del PSOE y Ana Pontón del BNG.
Dos pequeños partidos de izquierda, un candidato regional y el partido de extrema derecha Vox podrían inclinar la balanza en caso de empate, mientras que el BNG y el PSOE podrían unir fuerzas si el Partido Popular no logra la mayoría absoluta.
La participación también podría ser clave dado que la abstención suele ser alta en las elecciones regionales en Galicia. La tasa de participación en 2016 fue del 53,6%, luego del 58,8% en 2020.
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