A los BRITS que visitan restaurantes en uno de los centros turísticos para fiestas más populares de Mallorca se les ha advertido que no se les permitirá entrar si llevan camisetas de fútbol.
Los empresarios de Playa de Palma dicen que ya están cansados del llamado «turismo de azúcar» aunque la temporada no ha hecho más que empezar.
Ahora, un grupo de restaurantes del complejo se ha unido para hacer cumplir un nuevo código de vestimenta que todos los turistas deben seguir o, de lo contrario, se les negará la entrada.
La ropa prohibida incluye:
La prohibición se aplica a once restaurantes en este momento, todos los cuales están asociados con la marca Palma Beach, pero es probable que otros la sigan.
Los lugares ponen códigos QR en la entrada para que los clientes verifiquen el código de vestimenta.
El director general de Palma Beach, Juanmi Ferrer, dijo: “La situación en la vía pública ahora es peor que en 2017, 2018 y 2019. Ya estamos considerando la temporada perdida en términos de control de rudeza”.
Al pedir más policías, agregó: «Necesitamos el apoyo de las autoridades porque ni las empresas ni los residentes pueden detener esto».
Si un turista viste ropa con el logo de una empresa que «promueve el turismo azucarero», también será prohibido.
Playa de Palma se llena de vendedores ambulantes y tiendas que venden cosas nuevas, como sombreros con sombrilla o gafas de sol con luces.
Los restaurantes que participan en las nuevas reglas dicen que estas no encajan en el entorno de los restaurantes de alta calidad y que solo se permite «ropa sencilla».
Advierten que aunque puede haber cierta flexibilidad durante el día, no habrá tolerancia por la noche.
Juanmi Ferrer dijo que el objetivo no era «prohibir» sino «reeducar» al turista a través de «vías de comunicación amables» hasta que se dieran cuenta de que sus propias actitudes tendrían que cambiar en sus frecuentes visitas.
Los hoteleros dijeron al Diario de Mallorca de España que la policía no había podido detener fiestas en las calles o «grandes grupos de turistas que solo buscaban emborracharse en la vía pública, en primera línea o incluso en la playa».
Estos turistas suelen reservar con muy poca antelación, se quedan tres o cuatro noches y se gastan unos 30 o 40 euros al día, explica Pedro Marín, gerente de Palm Beach, «generalmente en el licor y las latas de cerveza que beben en la calle».
“Llegan a los hoteles por la mañana y no pueden caminar, están bastante borrachos y hasta sus compañeros los dejan solos, tirados en la acera.
Los líderes del resort dicen que los oficiales de policía deberían poder imponer multas puntuales como en otros países, porque el principal problema está en la calle.
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